sábado, 16 de abril de 2016

El rostro de la mentira.

Nos creemos tanto nuestras propias mentiras que acabamos viviendo en ellas. Hasta que llega un día que te planteas en qué momento te la empezaste a creer y ella misma se delata. La vas arrancando las ropas poco a poco; ella se queja entre mohínes. ¡Qué precioso rostro! Rostro bello capaz de embaucarme durante años, te destruiré en mil pedazos.


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