domingo, 22 de julio de 2018

He llegado a odiar lo que amaba
Y a escribir con la experiencia del que no ha vivido nada.
Me he olvidado en el camino,
he borrado los pilares que sustentaban mi existencia,
he probado con la nueva épica en la poesía
como tantos otros...
Y sigo sin sentirme cómoda con lo que digo.
Quizás encuentre la forma pura,
ese valor para respetar lo que he escrito,
lograr que cese la insistencia del reconocimiento ajeno.
Callar la inquietud y las ansias de crecimiento,
Dejar, como dijo el sabio, el mundanal ruido...
Ando en la noche inquieta,
El sonido de un tren atraviesa mis oídos.
Me araño la cara...
Las luces guían mi camino en la oscuridad.
¿Qué es si no?
El abismo a la respuesta...
Vivir y afrontar el miedo
¿Acaso hay otra opción cuando lo demás es silencio?
Hoy la noche no perdona,
La lluvia no mitiga esta soledad.
Déjame susurrarte al oído
Lo oscuro de mis pensamientos.
Déjame cometer la maldad
De hacerte mío.
A veces tengo que cerrar muy fuerte los ojos y apretar los dientes para no creerme mis miedos, los fantasmas vienen a verme, los monstruos me agarran con sus garras de cristal. Solo oigo a mi voz gritar agonizando: ¡tengo miedo! ¡Tengo miedo!
Solo cuando hacemos de la literatura una exigencia
 nuestro corazón se marchita como una flor
 y las letras se esfuman en la niebla mental.