domingo, 19 de noviembre de 2017

Obsolescencia femenina.

Me visto con harapos,
es mi forma de olvidar
que existe un hombre para el que arreglarse,
por el que acepto determinados roles.

Para olvidarme de que formo parte
de una sociedad que me provoca aberración.

Para olvidarme de que hay unos patrones de conducta
que seguir si quieres ser aceptada en sociedad.

La divinización de la mujer como objeto de consumo:
                               usar y tirar.
La piel se arruga y deja de valer con el paso del tiempo,
como un juguete roto,
que abandonas por siempre jamás.

La mujer como materia deshechable,
ensalzada en sociedad cuando es capaz de autodañarse,
cuando abandona ideas de liderazgo
y se deja llevar cual veleta al viento:
encrucijada de valores,
vientos poco favorables.

Mundo que no da cabida al entendimiento
ni a la igualdad,
que acepta la esclavitud
y toma por real
valores que te subordinan al paso del tiempo
y de la vida, cargando con un peso que no es el suyo,
que es el que otros han ideado por ella.

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