Me miraron la mandíbula,
como a un perro.
Me hacían mear en un bote
mientras miraban.
Luego,
tomaban muestras
y estudiaban la acidez de mi orina.
Me estrangulaban con pastillas,
dos por la mañana,
dos por la tarde,
una por la noche...
Visitas solo de seis a siete,
chicas atadas a las camas
con vías en el alma,
con arrugas en el corazón,
sanguinario músculo
que se iba apagando poco a poco,
sin sístole ni diástole
solo bombeaba veneno.
Dieciséis horas entre cuatro paredes,
estas no eran blancas sino de cristal.
Dieciséis horas mordiéndome la piel,
a dentelladas contra el tiempo.
Comenzaba así mi pesadilla,
la amenaza frenética contra el ser,
Mi tragi-comedia de nanzis rubias
y tallas M, 38 38 38 38383838383883838383883838383
El descontrol engendra más descontrol,
nos hace sumirnos en una marea negra,
un prestige que se va a pique
y que ha nublado todo el mar con su carroña.
Guau...es bellísimo (como tú toda entera)
ResponderEliminarGuau...bellísimo.
ResponderEliminarA a(r)marnos contra su imagen, que ya no les tenemos miedo!
Madre mia qué guay!!!!¡¡ Ojos como platos se me han quedado
ResponderEliminarMuchas gracias guapas :)
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